
Cuando uno promete algo a alguien, es como
cuando le das un cheque, tienes que tener fondos para poder pagarlo. Una
promesa es como si pudieras viajar en el tiempo y asegurarte que en un futuro
las cosas van a ser como tú dices y poder asegurarle a esa persona que todo va
a salir bien. Una promesa no se basa en un “quizá” o un “tal vez”, una promesa
es un hecho, es decirle a alguien “cuenta con eso”. Uno es responsable de lo
que promete, como en el principito “uno es responsable para siempre de aquello
que ha domesticado”, bueno así es este contrato, uno es responsable de cumplir
lo que ha prometido. Para poder cumplir una promesa hay que resistir, porque
uno nunca promete una cosa fácil, siempre prometemos cosas difíciles que llevan
sacrificio y esfuerzo. Una promesa que no se cumple, es una deuda incumplida
que te persigue vayas donde vayas. Para cumplir una promesa hay que tener fe.
Para cumplir una promesa hay que ser perseverante. Para cumplir una promesa no
hay que debilitarnos en el primer obstáculo o primera batalla perdida. Para
cumplir una promesa hay que darle valor a las palabras. Una promesa es un
juramento donde la palabra es garantía. Es darle la confianza a la otra persona
para que crea en ti. En estos tiempos donde las palabras han perdido su poder,
dónde por cada esquina escuchas un “Siempre voy a estar contigo” “Nunca te voy
a dejar sola” “Te amaré para toda la vida” y luego de un tiempo, sigues
diciendo lo mismo, pero a otra persona. Debemos de aprender a cumplir nuestras
promesas y no prometer cosas que, de antemano, se sabe que cuentan con mucho
sacrificio, sacrificio que no nos arriesgamos a hacer.
¿Hay instrucciones para cumplir una promesa?
Yo creo que sí. Todas se deducen a una regla clara y sencilla, tan solo cumplir
con lo prometido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario